sábado, 13 de julio de 2019

La obesidad en los tiempos de la cuarta transformación.

Es difícil encontrar en México un problema de salud pública tan grande como la obesidad. Aproximadamente el 70% de los adultos tienen algún grado de sobrepeso y una tercera parte se encuentran ya en la obesidad. Su relación con la diabetes, hipertensión y enfermedad isquémica cardiovascular la ubica como un factor de riesgo asociada a las principales causas de mortalidad en nuestro país. Además, al aumentar su prevalencia en las personas de estratos económicos bajos, es una manifestación más de los efectos de la pobreza sobre la salud de nuestra población.
Resulta evidente que para un gobierno progresista la lucha contra la obesidad debería ser uno de los pilares de su programa de gobierno en el área sanitaria. Eso parecía que sucedería con la victoria de Morena en las elecciones presidenciales del 2018. Un gobierno que, teóricamente, no tenía compromisos con las grandes industrias de los alimentos chatarra. Con algunos diputados, como Javier Hidalgo, que habían hecho de la promoción de hábitos de vida saludables uno de sus principales temas de campaña.
Por eso resulta sorprendente lo vivido en los primeros meses de gobierno. En Veracruz, por ejemplo, el tema ha sido completamente ignorado en el Plan Veracruzano de Desarrollo. Pero, quizás, la señal más importante sucedió en el Congreso de Diputados donde la reunión para la discusión sobre el etiquetado frontal fue suspendida cuando algunos diputados se negaron a firmar su asistencia a pesar de encontrarse presentes. Lo que peor sentó a los grupos que apoyan la utilización de un legado frontal más claro fue que el diputado Javier Hidalgo fue uno de los que recurrió a ese recurso legislativo legaloide para evitar que ese tema avanzara.
La explicación que dio el diputado en las redes sociales fue tan artificial como burda: hay que buscar soluciones integrales. A pesar de afirmar que son distintos, la utilización de estos recursos y discursos que no llevan a nada los ubican en una suerte de gatopardismo: cambian todo para que nada cambie.
Es difícil juzgar al diputado. Todos recordamos la utilización, por parte de las compañías alimenticias, de sofisticados métodos informáticos para espiar a los investigadores que proponían medidas de lucha contra esta epidemia y que se habían convertido, en el camino, en importantes líderes de opinión. ¿Qué presiones políticas o personales enfrentaba el diputado?¿ En verdad cree que no hay que dar un solo paso que no sea una solución integral?
Convencer ¿a quien? ¿de qué?
Las medidas contra la obesidad afectarán de forma directa o indirecta a intereses que desean que los consumidores no tengan toda la información posible para decidir los alimentos que consumen. Veremos si la cuarta transformación tiene el coraje en avanzar esas medidas o se conforma con crear elaborados sofismas para disimular que ellos no significan ningún cambio.


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